domingo, 22 de febrero de 2009




Después de las miles de veces que te dije lo mucho que te amaba, ¿cómo pudo una simple palabra romper tu fe en mí? [...] ¿De qué manera te puedo explicar esto para que me creas? No estás dormida ni muerta. Estoy aquí y te quiero. Siempre te he querido y siempre te querré. Cada segundo de los que estuve lejos estuve pensando en ti, viendo tu rostro en mi mente. Cuando te dije que no te quería... ésa fue la más negra de las blasfemias. - Sacudí la cabeza mientras las lágrimas continuaban cayendo desde la comisura de mis ojos.

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